miércoles, 17 de diciembre de 2014

Cinco escariegos en Madeira (epílogo)

Ah.ayádevos, cueveros!

En los cuatro posts anteriores he publicado una crónica de nuestro viaje barranquero a Madeira, más o menos detallada, y en este último post a modo de epílogo quisiera realizar una serie de consideraciones y anotaciones sobre el mismo. Por un lado como conclusión propia, mía y de mis compañeros, de la experiencia. Por otro lado por si pudieran ser de utilidad para quienes se desplacen a la isla a cañonear.

Comienzo con la parte más personal -por así decir-, la que se refiere a nuestro propio grupo. Al final vienen las consideraciones más generales, como son las fuentes de información sobre los barrancos de Madeira o la cartografía, etc.


EL TRANSPORTE:

Nosotros decidimos desplazarnos hasta Madrid en coche y volar Madrid-Lisboa-Funchal, como ya se dijo. Con tiempo y ganas pueden buscarse otras combinaciones, incluso podríamos haber salido de algún aeropuerto más cercano. Pero lo cierto es que nosotros estamos satisfechos con el resultado de la combinación, por un precio adecuado. A tener en cuenta el tema del peso en el avión. Nosotros llevábamos mucho material, pero al ser cinco pudimos repartir y no tuvimos que pagar sobrecarga (aunque todos llegamos al tope de peso, of course).

Para moverse en la isla la mejor opción es el coche de alquiler. Nosotros no lo llevamos contratado desde aquí y fue un error. Aconsejamos llevarlo contratado desde casa. Y tras lo visto, leído y hablado, quizás la mejor opción en Madeira sea la compañía Sixt.

Por otro lado, para realizar los cañones que necesitan de dos coches habíamos pensado coger un segundo coche de alquiler y agrupar todos estos barrancos en días consecutivos. Finalmente no fue así, y para el único barranco con 'navette' que realizamos contratamos un taxi, como ya se dijo en posts anteriores. Y sinceramente fue un acierto, por comodidad y economía. En un viaje corto, en que sólo uno o dos cañones requieran de un segundo vehículo, creemos que es un opción muy interesante.



EL ALOJAMIENTO:

Como destino turístico que es, son numerosísimas las opciones de alojamiento en la isla. Nosotros teníamos claro que buscábamos una casa de aldea, o similar, que dispusiera de espacio para lavar y tender el material, y que nos diera total autonomía para organizar nuestros horarios y nuestras comidas. Teníamos claro, además, que nuestro alojamiento tenía que estar en la costa norte, más concretamente entre São Vicente y Porto Moniz, de cara a facilitarnos el acceso a la zona más interesante de barranqueo.

Entre las muchas opciones que miramos finalmente nos decantamos por una que nos había facilitado Duarte, la Casa João da Eira, ubicada en Seixal. Desde Asturias hablamos con el propietario y nos dio buena onda. Y una vez allí la elección resulto un acierto.

Mentiría si no afirmase que buena parte del éxito de nuestro viaje fue la casa. Cómoda, amplia, económica, con todos los servicios que necesitábamos, y además con un amplio exterior -pero en parte a cubierto de la lluvia- donde lavar y tender los neoprenos y el material. Realmente no tenemos ni una sola queja del alojamiento. Más bien lo contrario, elogios.




LA COMIDA:

En todos los pueblos de la isla hay pequeños comercios, pero salen más económicas las grandes superficies. En nuestro caso nos abastecimos principalmente en un hiper de Ribeira Brava.

No obstante en los restaurantes de la isla se come bien y -en general- barato, y la gastronomía local es, en nuestra opinión, muy buena. ¡Las jornadas gastronómicas que nos hemos metido entre pecho y espalda no han estado nada mal!

No puedo dejar de anotar aquí que nosotros tuvimos el privilegio de contar con un cocinero en el viaje, que se curró prácticamente la totalidad de las cenas que nos zampiñamos en la isla. Y no cenas cualquier, oiga, cenitas de chuparse los dedos. Ponga un chef en su expedición y el éxito está asegurado. ¡¡Mil gracias, Julio. Nunca te lo agradeceremos bastante!!


EL GRUPO:

Finalmente fuimos cinco escariegos a Madeira, pero pudimos haber sido más (o menos). En todo caso el número de participantes fue también un acierto, ya que nos permitió movernos con un único vehículo y ajustarnos casi plenamente a los horarios que marcaban las guías para los descensos.

La experiencia barranquista y el nivel técnico de los cinco participantes era muy dispar, aunque -lógicamente- hasta los menos experimentados disponen de una base sólida. En todo caso fue tenido en cuenta en la programación de los cañones (estaba claro que no íbamos a meternos en grandes 'fregaos') y en el reparto de funciones, lo mismo dentro y fuera de los barrancos, como en la preparación previa del viaje.

El planteamiento básico del viaje era disfrutar, y el objetivo principal era realizar algunos de los barrancos clásicos de la isla, sin meternos a aquellos de mayor dificultad técnica. Abrir algo figuraba también entre los objetivos, pero de forma secundaria. Barranquear y pasarlo bien era lo esencial.



LA PLANIFICACIÓN DE LOS BARRANCOS:

De las fuentes de información sobre barrancos y cómo solicitar los permisos se hablará después, pero quiero mencionar aquí que a la hora de hacer un calendario para los descensos tuvimos en cuenta varios factores:

-Que la dificultad fuese progresiva, empezando por barrancos más sencillos y siguiendo por otros de mayor dificultad.
-Que para barrancos que compartiesen en parte la aproximación, deberíamos realizar primero los que la tuvieran más corta. Así en aquellas aproximaciones más largas, iríamos más sobre seguro y ahorraríamos tiempo de posibles pérdidas.
-Que los barrancos que necesitasen de 'navette' se programasen en días consecutivos para ahorrarnos algo de pasta en el alquiler de coches.

Dado que los permisos había que solicitarlos con cierta antelación no pudimos tener en cuenta la previsión meteorológica, y teníamos claro que los planes están para romperse llegado el caso. Así pues preparamos una programación A (para la que pedimos los permisos) y una programación B, de descensos en zonas de mucho menor interés pero que serían factibles en caso de una meteorología adversa que nos impidiera realizar los inicialmente programados (los B mayormente de la zona sur de la isla, frente a los de la zona norte, más interesantes).
Por otro lado pedimos permisos para todos los días en la isla, incluso dos permisos para algunos días. Habíamos decidido tomarnos al menos dos jornadas de descanso y turisteo, pero ya elegiríamos los días libres sobre la marcha en función de la meteorología.

El listado de barrancos para los que pedimos permisos inicialmente era: Ribeira Funda, Ribeira da Pedra Branca, Ribeira do Folhado, Ribeira da Hortelã, Ribeira do Passo, Ribeira do Inferno, Ribeira do Seixal, Córrego da Beira do Lombo Queimado, y Ribeira do Vimieiro.

Los planes están para cambiarlos, ya se dijo. Y los cambiamos varias veces durante nuestra estancia en la isla. El día 14 ante la mala previsión meteorológica solicitamos unos nuevos permisos: Inferno y Pedra Branca (otra vez), Ribeira das Cales II, Ribeiro Frío, y Ribeira da Água Negra.

Los barrancos que finalmente realizamos, como ya se ha contado, fueron:

-Ribeira Funda, v3 a2 III, 600 m. de longitud y 195 m. de desnivel.
-Ribeira do Folhado, v4 a2 II, 700 m. de longitud y 300 m. de desnivel.
-Ribeira do Seixal inferior, v3 a3 III, 1200 m. de longitud y 300 m. de desnivel.
-Ribeira do Passo inferior, v4 a2 II, 600 m. de longitud y 205 m. de desnivel.
-Ribeira Pé das Voltas, v3 a2 II, 900 m. de longitud y 300 m. de desnivel.
-Ribeira do Inferno, v3 a2 III, 3100 m. de longitud y 570 m. de desnivel.
-Ribeiro Frio superior, v3 a2 II, 1500 m. de longitud y 250 m. desnivel.

Y la apertura frustada de la Ribeira das Fontes.

[Nota: no todas las fuentes son coincidentes en cuanto a la cotación de dificultad de los cañones. Aquí hemos indicado la que nos ha parecido más adecuada para cada caso.]


CLIMA:

Comentar que en Madeira nos encontraremos con condiciones subtropicales, que debido al régimen de alisios varían mucho del norte al sur de la isla (más precipitaciones en el norte, más seco el sur). En principio las mejores épocas para barranquear en Madeira son el final del otoño y el comienzo de la primavera, en las que encontraremos los cañones con mayor caudal (más secos en verano).

Por condicionantes laborales, la mejor época para nosotros era noviembre, y así quedó fijado. Por lo que sabíamos al respecto, en noviembre podíamos tener muy buena suerte con los caudales, o muy mala si la meteo era especialmente adversa, ya que es un mes especialmente lluvioso algunos años. A nosotros la apuesta nos salió bien, como se ha visto, y aunque nos llovió bastante lo cierto es que no fue un impedimento, a excepción de algún día concreto, para barranquear. Al contrario, disfrutamos de caudales adecuados, aunque picando a alto en algún caso. Temperaturas agradables en torno a los 20º C la mayor parte de los días.


LA INFORMACIÓN SOBRE LOS BARRANCOS:

La obra fundamental para barranquear en Madeira es la guía de cañones de Antoine Florin, autoeditada, Canyons de Madère / Canyons da Madeira, publicada tanto en francés como en portugués, una obra que desde el fallecimiento del autor no es tan fácil encontrar. Describe 37 cañones, aunque algunos constan de varios tramos que normalmente se realizan independientemente, multiplicando las posibilidades. Quien suscribe contaba desde hace algunos años con la edición francesa, y de cara al viaje pudimos disponer también de la portuguesa.


Por otro lado, bajo la coordinación de Duarte Silva, el Clube Naval do Seixal viene editando una mini-guía de descenso de cañones para el Meeting Canyoning Madeira, encuentro internacional que se celebra anualmente en primavera. Esta guía cuenta con una quincena de descensos y en su versión de 2013 puede descargarse gratuitamente de la página  Montanha Madeira (en diversos idiomas, entre ellos el castellano). Nosotros además contábamos, gracias a la amabilidad de Duarte, con la versión en papel de 2014 y con la mini-mini-guía que la acompaña (sólo croquis, y apta para llevar en el bidón; un puntazo).


Además por internet circulan diversas memorias de expediciones barranqueras a la isla, muchas de ellas en castellano. Bien es cierto que muchas tienen bastantes años, editadas cuando Madeira era una novedad y no un destino barranquista consolidado, pero a nosotros nos han sido de alguna ayuda. Así, hemos consultado memorias de Andrés Martí (expediciones de 2004 y 2008), de Mario Gastón (expedición del Tracalet en 2005), de Daniel Lozano (expedición de la A.E. GET en 2008), así como la de la expedición navarra de 2007, entre otras. Algunas de estas memorias contienen info sobre barrancos que no aparecen en las guías.

Y en fin, además de todo lo mencionado, es muchísima la info que circula por la red sobre barrancos de Madeira, en webs, blogues, foros, etc. aunque no siempre es fácil discriminar la calidad de la información.

Dado que desde un principio tuvimos intención de atacar alguna apertura en la isla, lo cierto es que un servidor recopiló mucha información de aquí y de allá, con la idea de saber al menos qué estaba ya abierto y qué barrancos podían no estar descendidos, prestando especial atención a las fuentes locales, madeirenses. Y de resultas de ello dispusimos de un amplio abanico de posibilidades para cañonear en la isla, que no se limitaba a las guías publicadas. En cualquier caso, fue un acierto dedicar tiempo a esta labor de recopilación de información, pues permitió tener una idea más cabal de lo que nos íbamos a encontrar y disponer de opciones en caso de que la meteorología se torciera seriamente.


LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS CAÑONES:

Respecto a la litología, y en cuanto a su incidencia en nuestra actividad, sabíamos que nos enfrentaríamos con dos tipos de rocas bien distintas. Por un lado basalto, una roca muy dura y abrasiva con las cuerdas. Y por otro lado lo que los madeirenses denominan roca 'cerro', que son piroclastos más o menos compactos, una roca porosa y menos consistente, también abrasiva para la cuerda.
Debido a ello la instalación de los barrancos es algo más técnica de lo habitual aquí: pasamanos para acceder a cabeceras limpias, cascadas fraccionadas, algún desviador... Además el uso de antirroces es casi obligado para salvaguardar las cuerdas, que ciertamente sufren mucho. Lo cierto es que les dimos buen trato a las cuerdas, y resistieron bien el envite; Dana 9 mm. de Korda's, como ya se dijo.

Paredes de roca 'cerro' y bloque de basalto.

En general la temperatura del agua no es excesivamente fría, y muchos de los descensos se pueden abordar perfectamente con peto de neopreno y chaquetilla de kayak (sin chaqueta de neopreno).

Mencionar también que íbamos advertidos de que las instalaciones cambian a menudo debido a las fuertes crecidas que los cañones de la isla sufren periódicamente, y que no es raro encontrárselas dañadas o desaparecidas en los barrancos menos frecuentados. Ello obliga a llevar consigo cierta cantidad de material de equipación. En nuestro caso, al ir al final de la temporada, no nos tocó reponer ninguna instalación, aunque como se ha dicho íbamos preparados para ello.
En la mayor parte de los casos las instalaciones son buenas o excelentes. Principalmente nos encontramos con parabolts 10 mm. inox, y spitinox (chapas inox también) en los basaltos, y cabeceras con clavijas largas en U trianguladas en la roca 'cerro'.

No son raras las grandes verticales en los barrancos madeirenses. Nosotros sólo llevábamos prevista una, la cascada de 100 m. del Jungle Rain Canyon (Beira do Lombo Queimado), que finalmente no realizamos. De hecho no realizamos ninguna cascada por encima de los 65 m. Mencionar también que la mayoría de los cañones tienen pocos o ningún escape, lo que exige cierto compromiso.

Y aunque se nos había advertido de lo resbaladizo de los barrancos de Madeira, en nuestra opinión las cuarcitas asturianas son más escurridizas aún. Bien es cierto que íbamos excelentemente calzados con nuestras botas Bestard nuevecitas...

Respecto a los croquis de los descensos, todos ellos (tanto los sacados de las guías, como los obtenidos de internet) son muy esquemáticos, y en general no mantienen la escala horizontal, sólo la vertical. También advertir que respecto a las cotaciones de dificultad tenemos la impresión de que las guías subestiman el grado de compromiso (es una opinión) mantiéndose dentro de los estándares las cotaciones de dificultad vertical y acuática.

Es de señalar, ya por último, que muchos de los barrancos tienen sus caudales modificados artificialmente por la extensa red de levadas que recorre la isla. Normalmente las levadas restan caudal a los cañones, pero en algún barranco nos hemos encontrado con levadas que añadían caudales extra a los descensos. En ningún caso fue un factor problemático.


CARTOGRAFÍA:

El 1:25.000 del Instituto Geográfico do Exército recoge la isla en nueve hojas (otras siete hojas recogen el resto del archipiélago). En concreto son las hojas 1 a 6 las más interesantes para la planificación de una campaña barranquista. En nuestro caso solicitamos por e-mail estos seis mapas a dicho instituto; nos llegaron a la semana.


Disponíamos también de la misma cartografía completa en digital: la primera edición del mapa (1975) georreferenciada, y la segunda (2003) sin referenciar. Las empleamos con el CompeGPS para ubicar los descensos. Tuvimos también a nuestra disposición el conjunto de waypoints que acompañan la guía de Antoine Florin, que tuvo la amabilidad de pasarnos en un archivo Duarte. Obviamente todo ello fue de mucha utilidad a la hora de planificar las actividades.

Nosotros no llevamos receptor GPS, aunque lo cierto es que es recomendable, sobre todo en los cañones cuyos accesos se realizan a través de la planicie de Paúl da Serra.

Mencionar que el 1:25.000 de 2003 no recoge todas las nuevas carreteras de la isla, que por lo demás se sitúan con facilidad en cualquier mapa turístico.


LOS PERMISOS:

La práctica del barranquismo en Madeira, aunque legal, se encuentra regulada y para efectuar los descensos es necesario solicitar permiso a la Direção Regional de Florestas e Conservação da Natureza, para lo que es necesario indicar día y horario previsto para cada barranco, la identidad de los participantes, acreditar que se está en posesión de un seguro de RC que cubra la actividad, y además deberemos enviar un pequeño protocolo de actuación y de seguridad, así como listado del material que emplearemos en el descenso. Estos permisos pueden solicitarse a través de un cómodo formulario en esta página, en la que además encontraremos un mapa con la ubicación de los principales cañones y una tabla en la que comprobar qué cañones y días están ya reservados. También es posible solicitar los permisos por e-mail.

Hay que tener en cuenta a la hora de pedir los permisos que la Dirección de Florestas sólo admite los nombres tradicionales de los barrancos, y no otras designaciones con las que se han publicado modernamente algunos de los cañones (algo que a nosotros nos parece encomiable). Así, aunque mayormente se le conoce como 'Jungle Rain Canyon' (así lo publicó A. Florin en su guía) para solicitar el permiso deberemos indicar que vamos a descender el 'Córrego da Beira do Lombo Queimado'. Es algo importante y puede suponer alguna molestia, pero por la red se encuentra fácilmente la tabla de equivalencias entre unos y otros nombres.

Según nuestra experiencia, a la solicitud inicial de permiso responden en aproximadamente una semana y, a posteriori, las modificaciones en los permisos son contestadas en el día. Todo un lujo. Una vez más repetimos que ya podían tomar puntos las administraciones españolas, y muy especialmente la asturiana, de este modo de regular el barranquismo.


A MODO DE CONCLUSIÓN:

Son muchas las experiencias que nos traemos de vuelta de este viaje, cómo no podía ser de otro modo. Y entendemos ahora perfectamente que Madeira se haya convertido, en el transcurso de una década, en un destino barranquista de primer orden, además de ser, en general, un destino turístico recomendable.

Nos hemos propuesto preparar un vídeo de nuestro viaje, labor que aún tenemos por delante y que nos llevará algún tiempo, pues ha sido mucho el material audiovisual que hemos traído de Madeira, ¡nada menos que 40 Gb!

Pero, más allá de los buenos momentos vividos y las experiencias que nos traemos en la saca, a modo de conclusión sólo diré que los cinco escariegos que nos hemos embarcado en esta aventurilla tenemos claro que vamos a volver a la isla con el neopreno y las cuerdas, más pronto que tarde: el hechizo de la 'Perla del Atlántico' y de sus cañones ha hecho presa en nosotros.



AGRADECIMIENTOS:

- A TANTY CORO y DEPORTES MORÁN, de Arenas de Cabrales, y a BOTAS BESTARD, por facilitarnos la compra de botas nuevas a todo el equipo y a un precio de ganga.

- A DEPORTES TUNDRA, de Avilés, por facilitarnos la compra de la cuerda 'in extremis'.

- A DUARTE SILVA (y Montanha Madeira), barranquista madeirense que nos proporcionó mucha (y valiosa) información, y del que podemos decir sin duda que es un amigo. ¡Obrigados!

- A RUI MANUEL VELOSA, propietario de la Casa João da Eira, que se preocupó de que no nos faltara de nada y se portó como un paisano.

- Al CAMPING PICOS DE EUROPA, de Avín, que dispuso la furgo con la que bajamos y subimos a Madrid, y a SAÚL GONZÁLEZ, que nos hizo de chófer para estos trayectos.

- A la DIREÇÃO REGIONAL DE FLORESTAS Y CONSERVAÇÃO DA NATUREZA, por su eficiencia y buen hacer.

- A los compañeros de la SOCIEDAD ESPELEOLÓGICA Y BARRANQUISTA ESCAR y de los demás clubes de la FEDERACIÓN D'ESPELEOLOXÍA DEL PRINCIPÁU D'ASTURIES, por el interés mostrado en nuestro proyecto, y por el seguimiento realizado a través de las redes sociales de nuestras andanzas por la isla.

- Y, cómo no, a todas las gentes de la Isla de Madeira, que para nosotros han sido la amabilidad personificada.









sábado, 6 de diciembre de 2014

Cinco escariegos en Madeira (4ª parte)

Proseguimos con la crónica del viaje...


18 DE NOVIEMBRE

Hoy es el cumpleaños de Julio, y vamos a celebrarlo... ¡barranqueando!
Nuevamente madrugamos, pues aunque el barranco que vamos a hacer hoy no es demasiado largo, lo cierto es que nos pilla bastante lejos de nuestra base de operaciones en Seixal. El Ribeiro Frio, tramo superior, en la zona de Poiso.

Tras desayunar emprendemos el largo camino en coche: atravesar la isla hasta Ribeira Brava, después por la autopista de la costa sur hasta Funchal, y desde Funchal en ascenso hasta el puerto de montaña de Poiso, en cuyo descenso por la vertiente norte se ubica el Ribeiro Frio. Nos llevó hora y media.

Camino de Ribeiro Frio.

Una vez equipados, el acceso a la cabecera del barranco es casi inmediato, y como ya nos esperábamos presenta poco caudal; si está así con todo lo que ha llovido, ¡cómo estará en verano! Hay una niebla densa y llueve, sin mucha intensidad pero sin pausa.

Equipándonos para el descenso.

El cañón se inicia con una bonita cascada de 45 m., la mayor del descenso, con un fraccionamiento atlético, situado muy alto. En su base una poza de gran ambiente. A partir de aquí se suceden los pasillos estrechos y bien configurados, con algunos saltos y algunos pequeños rápeles entre tramos de marcha. Mucho más bonito y lúdico de lo que nos habíamos imaginado. Paisajes de ensueño al combinarse la densa niebla y la lujuriosa vegetación, con algunos 'loureiros' (laureles) y 'urzes' (brezos) de majestuoso porte. La temperatura del agua, por cierto, hacía honor al nombre del cañón.










Victoria no se encuentra demasiado bien, y junto a un servidor decidimos salirnos por un escape fácil a medio descenso, una pista que conduce hasta la carretera. Zaida, Julio y Río prosiguen con el descenso del barranco, con algún rápel y algún salto más en un ambiente similar al del primer tramo, secándose hacia el final.




Más fotos de este descenso en el blog 'Foces y Beyos' pinchando aquí.

Y unos vídeos del barranco (en bruto, sin editar):



Los que nos salimos del barranco subimos a por el coche y, ya cambiados y con el vehículo, bajamos a la piscifactoría y puesto forestal de Ribeiro Frio, donde se ubica la salida del descenso deportivo del tramo superior.

La cascada grande desde la carretera.

Regresando a por el coche.

La verdad es que no llegamos a vernos en la salida, y los que ya estábamos secos nos los encontramos finalmente sentados en la terraza de un bar, bajo la lluvia y con neopreno, arnés y casco, y con una 'coral' en la mano. ¡Al fin y al cabo un cumpleaños es un cumpleaños! Una turista alemana se partía con nosotros.


Brindando bajo la lluvia, junto al puesto forestal de Ribeiro Frio.

Decidimos comer en el propio pueblo de Ribeiro Frio, medio kilómetro más abajo del puesto forestal. Y comimos de lujo, la mayoría pulpo al horno y una espetada cinco estrellas. El cumpleañero tuvo a bien invitarnos a esta comida, probablemente la mejor que degustamos en Madeira (a excepción, of course, de las elaborados por él mismo, chef oficial del viaje).


Comilona cumpleañera.

Por la tarde regresamos por carreteras secundarias de la costa norte, a través de Faial, Santana, São Jorge y Ponta Delgada. Teníamos intención de acercarnos a mirar las características de otro de los barrancos que traíamos en mente como posible apertura, pero se nos hizo tarde y no cuadró. Las lluvias de los últimos días hacían brotar cascadas por todos lados, en medio de un paisaje arrebatador. Largo viaje por carreteras estrechas y de numerosísimas curvas, ¡nada que intimide a unos asturianos!

Finalizamos la jornada de retirada en Seixal, baranjando posibilidades para el día siguiente... Teníamos permiso para Ribeira das Cales por la mañana y para Ribeira da Pedra Branca por la tarde; el primero en la zona sur y sin complicaciones por caudal (pero poco interesante, y que requería además de otro permiso del Parque Ecológico do Funchal que no habíamos solicitado), el segundo cerca de Seixal, corto y con el caudal fácilmente evaluable (barranco que ya habíamos dejado de hacer el primer día en la isla y para el que solicitamos un segundo permiso). Pero independientemente de los permisos, si queríamos atacar la Ribeira das Fontes deberíamos hacerlo al día siguiente, pues se nos acababan los días en Madeira. Nos fuimos para la cama sin tomar una decisión al respecto. Durante toda la noche llovió con fuerza.


19 DE NOVIEMBRE

Nos levantamos temprano, como de costumbre, y celebramos consejo mientras desayunamos, decidiendo finalmente ir hasta Pomar da Rocha y hacer lo que se pudiera en la Ribeira das Fontes. Cargamos pues el material de equipar en las sacas junto con los aperos habituales. Y como ya es costumbre realizamos un segundo desayuno en São Vicente.

Después cogemos ruta y nos plantamos en Pomar da Rocha. De camino, comprobamos desde Meia Légua que nuestro barranco ha incrementado algo su caudal.


Las Fontes con más caudal que en días anteriores.

En el pueblo nos pertrechamos. Todos menos Victoria, que sigue regular y decide quedarse y hacer fotos desde fuera. A la postre acabaría siendo la relaciones públicas con los paisanos del pueblo, que incluso la invitaron a aguardiente casero y le narraron numerosas anécdotas sobre el cañón (entre ellas la desgraciada historia de una casa arrastrada durante un argayo en una crecida, con los seis miembros de la familia dentro).

En Pomar da Rocha, ya equipados.

Los cuatro restantes nos dirigimos a la cabecera del cañón. Sigue lloviendo sin pausa. La primera dificultad ya en el cauce es la cascada que habíamos creído de 35 m. y que en realidad sería más bien de 40-45 m. Nos ponemos a equipar la cabecera de pasamanos y ¡primer problema: falla el taladro! Completamente inoperativo, y curiosamente no falla el que habíamos reparado con una ñapa, sino el otro. Instalada con el otro taladro la cabecera del pasamanos nos encontramos con un segundo problema: toda la roca de la cabecera de la cascada está muy descompuesta. El único lugar idóneo, de roca sana, está bajo una cortina de agua. De poca importancia, bien es cierto, pero no queremos arriesgarnos a joder el otro taladro. Con las orejas gachas nos retiramos de la cabecera sin descender la cascada, y llegamos a su base por otro de los senderos prospectados dos días atrás.

Camino de aproximación.


Cabecera de la primera cascada.

Por debajo de esta primera cascada el cauce presenta algún resalte y vegetación algo molesta antes de una segunda cascada de poca entidad. Montamos pasamanos a un árbol y cabecera con dos parabolts.


Segunda cascada.

Otro tramo horizontal con algún resalte y llegamos a la cabecera de la cascada grande que habíamos observado desde el pueblo. Por debajo de este punto el cañón ya no presenta escapes, así que de proseguir deberemos ir instalando en fijo. A todo esto mencionar que somos el espectáculo del día en Pomar da Rocha y que numerosos vecinos observan desde el pueblo nuestras evoluciones por el barranco -y Victoria con ellos- aun a pesar de la lluvia.

Cabecera de la tercera cascada.

Instalamos pues la cuerda en fijo a dos árboles. Bajo yo en primer lugar. La cascada presenta un largo tramo arrampado y después se desploma en un segundo tramo vertical. El labio de este segundo salto está formado por un estrato de basalto con roca sana, y en él monto un fraccionamiento con dos parabolts y continúo para abajo. La cascada a la que echábamos 50 m. se ha comido 65 m. de cuerda. Hago señas a los de arriba y echo una ojeada.







El barranco prosigue en un pasillo o gorguita sobre roca 'cerro' muy poco consistente (y muy roja), con grandes troncos ocupándolo. Bajé dos toboganes y no lo vi claro, así que vuelvo a la base de la cascada y hago señas. Baja Río con más cuerda.
Una vez los dos abajo continuamos superando el caos de troncos y otros dos pequeños toboganes. Nos detiene otro tobogán o resalte, que requiere cuerda. Aseguro la cuerda a mi cuerpo y desciende Río, que avanza por el pasillito. Se encuentra otro tobogán, de más envergadura (rápel estimado de 20 m.), que no es destrepable y que no presenta roca sana donde anclar... Más allá el cañón da un giro brusco hacia la derecha, por lo que poco más se puede observar de su curso, salvo que se encaja decididamente.


Pasillo en roca 'cerro', que no terminamos de superar.

Nuestros temores se hacen realidad: nos hemos topado con roca 'cerro' de la peor calidad, tan poco consistente que tallar en ella escalones con la maza no requeriría gran esfuerzo. Aunque Julio o Zaida podrían bajarnos algunos pitones, coincidimos en que no tiene sentido continuar en las condiciones presentes y emprendemos el regreso. Subo yo primero con una saca, y Río detrás con la otra desinstalando. Para no dar lugar a errores fatales y que nadie se meta en un marrón, decidimos desequipar por completo lo instalado, dejando solamente los vástagos de los parabolts.

Por el último escape salimos al camino de acceso, y por él al pueblo. Comentamos la jugada con Victoria mientras sigue lloviendo.

Arcoiris sobre el valle de Ribeira Brava.

Una vez recogido el equipo bajamos hasta Ribeira Brava, donde picamos algo en una cafetería atendida por una chica muy maja, con la que estamos un rato de charleta. Después hacemos algo de compra y nos retiramos para Seixal, donde lavaremos el material por última vez. Al día siguiente, el último en Madeira, no vamos a barranquear: hay que recoger y dejar que todo seque.
Quedamos con Duarte para comer juntos al día siguiente.


20 DE NOVIEMBRE

Como se ha dicho es nuestro último día en la isla y debemos dejar que todo el material seque convenientemente para no pasarnos de peso en los aviones.

Nos levantamos tarde y cada cual va preparando con calma el regreso. Llueve con fuerza.
Duarte llega a la casa al mediodía, como habíamos convenido. Tomamos un par de cervezas y comentamos con él los descensos que hemos realizado. Después nos vamos a comer cerca de Ponta Delgada: pulpo de nuevo, pero frito en esta ocasión (de los postres recuerdo una mouse de maracuyá que estaba brutal).

No nos despedimos de Duarte en el restaurante, no obstante, sino que nos encaminamos a Chão da Ribeira para tomar juntos una 'poncha' (bebida tradicional madeirense) elaborada, a decir de Duarte, como es debido. Realmente muy buena. Brindamos por un próximo reencuentro, esta vez en Asturias.
Nos despedimos finalmente de Duarte -y también del fantástico lugar de Chão da Ribeira, donde tantos cañones confluyen envueltos en la laurisilva- y regresamos a Seixal. Allí holgazaneamos, comentamos los días pasados en la isla y hacemos planes para el futuro. Algunos hasta se animan a dar una última vuelta en coche por la isla y jugar un último billar.

Brindando con 'poncha' en Chão da Ribeira.

Cascada Água d'Alto.


El aracoiris despide nuestro paso por Madeira.


21 DE NOVIEMBRE

Madrugamos mucho y preparamos las maletas, repartiendo bien el peso, al tiempo que le damos un repaso a la casa. Desayunamos y afrontamos una tarea complicada: meternos todos nosotros y las maletas en el coche. Después de jugar al tetris con las maletas y petates por un tiempo, lo conseguimos, no sin padecer de incomodidades varias en el trayecto.

Como sardinas en lata.

Emprendemos ruta hasta Funchal y el aeropuerto, donde devolvemos el coche de alquiler. Comemos algo en el aeropuerto a modo de segundo desayuno y poco después volamos hacia Lisboa. En Lisboa tuvimos que esperar un poco por retraso del vuelo a Madrid, a donde finalmente llegaríamos sin mayores inconvenientes algo más tarde de lo previsto.


Aeropuerto de Madeira.

Hasta Madrid había bajado a recogernos Saúl, y también, por sorpresa Nidia. Julio subió con Nidia, y el resto con Saúl. A los primeros se les averió el coche subiendo a Asturias, y terminaron su periplo en taxi. Los demás llegamos sin mayor molestia que la niebla entre Burgos y Aguilar. Hacia las tres de la mañana unos y otros llegábamos a casa, dando punto y final, ahora sí, a nuestra aventura madeirense.


(CONTINUARÁ...)